miércoles, 11 de junio de 2008

ABRE LA PUERTA (Monólogo)

PERSONAJE

ANÓNIMO, treinta y seis años de edad. Lo más importante no es su edad ni su aspecto físico, sino sobre todo, el actor deberá buscar su espíritu, su temperamento y sus contradicciones.

ACTO ÚNICO

La acción transcurre en un apartamento situado en el último piso de un rascacielos. Hay una ventana que representa la mente del personaje por donde se percibe una gran urbe y la Luna llena. Hay una maleta, una mesa, una silla y dos puertas: una principal que significa el triunfo y otra posterior o en un costado de emergencia (Exit) que significa el fracaso. Por su estructura, por su único personaje y hasta por el carácter de las reflexiones presentadas, sería preferible montar esta obra en un espacio que garantice el contacto cálido con el público, buscando una atmósfera de familiaridad y cercanía.
La iluminación debe crear un ambiente de intimidad totalmente contrario al que vemos por la ventana. Una banda sonora terrorífica debe servir de fondo durante la acción de la obra en momentos que se estime.
Al iniciarse la acción el interior permanece a oscuras. Luz sobre el espacio de la puerta que puede venir de la ventana.
Un hombre con la mascara que todos portamos en sociedad, entra horrorizado buscando protección. Unas manos monstruosas tratan de impedir que la puerta se cierre. Con dificultad el hombre logra colocar las cerraduras, la puerta continua moviéndose. Trae madera, clavos y martillo, la clausura. La puerta deja de moverse. Camina en el interior lentamente hacia la ventana, la mira, se quita la mascara y descubrimos un rostro angustiado. Busca entre sus objetos algún aparato que de inmediato encuentra. La cortina de la ventana, protectora para los fuertes vientos, se mueve haciendo el intento de cerrar, no funciona. El hombre se impacienta.

ANÓNIMO: Todo fue como una deposición divina que lentamente se fue acercando, acercando y cercando mi destino. (Mientras dice esto en la ventana se observa una manzana podrida que proviene del cielo y se aplasta contra la pantalla.)

¡Pero eso no es lo peor! Lo peor es que sigo vivo y rodeado de tanta mierda: mierda blanca, amarilla y negra; mierda opulenta y mierda dominada; mierda erudita y sin duda mierda profana; mierda que apesta a humanidad. (Mientras dice esto en la ventana se ven destellar cientos de imagines que el director estime pertinente para describir el mundo actual en caos.)

Como desearía ser de nuevo un inocente y tierno niño. Jugar en el jardín con las mariposas y las amapolas. Desearía recuperar mi inocencia y nunca más volver a ser consciente de esta agonizante especie. (Mientras dice esto se ve en la ventana un corte con ruido de por medio y de nuevo vuelve la ciudad.) Negro (las luces se apagan.)

Anónimo busca el manual de la cortina de protección para los fuertes vientos entre algunos libros viejos.

¡Acá esta!... (Encontrando el manual.) Vieja ventana ya no tendré que volver a verte, desaparecerás súbitamente así mismo como te presentaste en mi existencia.

Mira el manual, se sienta, se coloca unos lentes oscuros y trata de reparar la cortina de protección para los fuertes vientos soldando algunos de sus circuitos.

Desde mi nacimiento me desilusioné. Desde el momento mismo en que el Doctor me dio la palmada, me dije: ¡aquí esta pasando algo! No quería despertar, hasta que una segunda palmada aflojó mi llanto y descubrí que era cierto. ¡Aquí estaba pasando algo realmente jodido! (Se detiene, prueba, la cortina intenta moverse.)
Todo estaba patas arriba, empezando por el doctor que me apretaba los talones, su cuerpo estaba adherido al techo por dos miembros que lo sostenían, pero lo más impresionante fue ver esa gran boca de su frente, se abría y cerraba discontinuamente y la sangre, la muchísima sangre por todas partes, espesa y oscura, símbolo de la barbarie de aquel extraño mundo. (Observa que la cortina no cierra.) Mundo circundante que repentinamente giró y me enseñó que era yo el que estaba patas arriba, el cuadro no era tan desagradable sin embargo en esencia lo desconocido seguía allí. (Observa la ventana detenidamente con gran temor, va en busca de su maleta.) No encontraba estarme tranquilo, algo me perturbaba (vemos al personaje haciendo su maleta) era ese olor, (el personaje como recordando algo desagradable siente nauseas), ese fétido olor que provenía de entre aquellas piernas flácidas e inmóviles, que produjo en mí una espuma turbia y amarilla que se desbordó incontrolablemente, dejando mi cuerpo vacío. (Toma con decisión la maleta con la mano izquierda, se lleva la mano a la boca.) Negro. (Las luces se apagan.)

El personaje alucina, se toma la cabeza y camina sin rumbo dando vueltas.

Flores, ríos, peces. Montañas, árboles, hormigas. Nubes, valles, gusanos. Miles, miles de gusanos arrastrándose en mi cabeza. Voces, voces por todas partes hablan al tiempo, es incomprensible. Me señalan, no se ponen de acuerdo. (La puerta vibra, se escuchan golpes como si alguien tratara de abrirla) Ruido, ruido intenso, mis oídos sangran. El silencio repentino me aplasta. (En la ventana se observa un gran remolino de flores, ríos, peces, cielo, montañas, hormigas, árboles, mares, nubes, valles, que gira sin parar y se convierte en gusanos.) Negro. (Las luces se apagan.)

(Aparece el personaje llegando a una puerta que dice Exit en rojo.) Razón. De nada sirve la razón si al final es el maldito instinto el que actúa. (El personaje se detiene deja la maleta en el suelo.) Somos tan animales como los animales. Y nuestras sociedades, ¿qué me dicen de nuestras sociedades? Sistemas económicos capitalistas que se benefician de la avaricia, el egoísmo y la envidia del hombre para su desarrollo. Sistemas económicos socialistas que a pesar de la mala campaña en contra me han mostrado luego de un largo camino de esquivar latas de Coca Cola, pantanos, empaques plásticos de los Mac Donald’s, bosques, y latas ya oxidadas de películas, que todavía creen en la buena fe del hombre. Absolutamente no, yo no creo en la buena fe del hombre, ni tampoco en los esclavistas capitalistas. Son un absurdo.

Y la familia, aquella sagrada mentira con la que nos manipulan, es sólo eso, una farsa y una casualidad. Un hombre, una mujer, seducidos en los engaños dulces del amor, pero el amor, ese alucinógeno con el que las musas inspiran a los poetas, no fue diseñado para todos los humanos, al resto nos correspondió ese efímero sentimiento producido por una vagina o un falo desconocido, tan sólo eso. Pero allí no termina la familia. Aquel hombre y aquella mujer insatisfechos, conciben seres inocentes que luego compartirán la pena. La pena de estar vivos, y soportando este aberrado mundo: de ciegos, sordos y mudos. (Se observan destellar en la ventana cientos de imagines que el director estime pertinente para describir la desintegración familiar y sus consecuencias sociales.)

Y aquellos maníacos auto elegidos por ese, su simulado Dios, Dios de la crueldad y el rencor, al cual te arrodillas, suplicas y al final siempre olvidas. Tu reino de miseria y burla llena a los hombres de temores y creencias falsas. No vendas el cielo a través de un poco de tierra. Sí, puta iglesia condenada a la tierra, a la tierra de los débiles. Es hora, es ahora mi hora, de gritarte obscena. (Se observan destellar en la ventana cientos de imagines que el director estime pertinente para describir la corrupción de las religiones.) Negro. (Las luces se apagan.)

Me observan. Miles de ojos en la oscuridad. Vuelan. Como vampiros sedientos hacia mí. (En la ventana se observan miles de ojos con alas de vampiro que consiguen penetrar la puerta principal del apartamento y componen un gigante ojo con dientes y alas de vampiro que parpadea agresivamente.)

En la sombra que se proyecta vemos como el espeluznante ojo devora al personaje. La luz se enciende y aparece el personaje en estado de pánico, corre por su maleta.

Quisiera irme, quisiera marcharme en el vagón de la inexistencia.

Al intentar huir con la maleta, el personaje resbala y cae, la maleta se abre, no hay absolutamente nada adentro de ella. Él mira al publico y mira su maleta. Se levanta y camina hacia la puerta que aparece en luz roja (Exit.) Duda en abrirla.

No soy un cobarde... (Moviéndose dubitativamente e intentando razonar.) No puedo perder mi conciencia. (Mira a la ventana que se torna muy blanca y brillante.)

Anónimo inesperadamente corre hacia la puerta principal sellada por los clavos y la madera. Con gran esfuerzo consigue abrirla.
(Dirigiéndose al público.) Tengo que salir y gritar en el viejo continente, en el África y en el Asia. En Australia y aquí en la gran América, hasta que alguien me escuche. ¡Soy Anónimo, soy Anónimo!
No sé porque se los confieso, si muchos de ustedes se la pasan la vida caminando y caminando y nunca se detienen a pensar en porque caminan. No soy un existencialista, si a eso es a lo que se refieren, ellos no lograron hallar la salida, yo sí. Es enfrentarse, de lo contrario perder la conciencia sería un engaño porque la inmunda realidad objetiva continuaría allí.
Ustedes, rostros incrédulos, poseen tanto miedo que probablemente nunca lo intentarían, porque saben que son esclavos. En cambio yo ya empecé el cambio. Dejare de ser uno de ustedes, un anónimo más, para convertirme en un hombre con una identidad. (El personaje toma la mascara que todos llevamos en sociedad y la rompe; se sonríe con insolencia.) Deberían ver su reflejo, son patéticos. (En la ventana la ciudad continúa de noche.)

El personaje abandona el lugar por la puerta anteriormente abierta.

FIN


V. Mad
©

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