miércoles, 11 de junio de 2008

TRONQUITOS FLOTANDO

A Carolina,
que es Stairway y Angie juntas.


Ring, ring.

Sonaba el teléfono en aquel día grisáceo. Un hola, una sonrisa, un cosquilleo, un viaje a las Stonehenge ida y regreso, una paleta de colores que cambiaba por completo del azul al violeta y por último al rojo. Rojo intenso que iluminaba el cielo. Luces, luces de colores relampagueantes en la ventana discoidal de mi alma, con sabor un poco a vino, un poco a uva pasa. Era un comienzo, sin embargo la unión de nuestras palabras y acciones era inútil, no había esperanzas en aquellos días lluviosos del ‘98 en los que no eran gotas de lluvia, sino ilusiones las que nutrían el alcantarillado citadino.

Ana no confiaba en mí, no confiaba en nadie, su experiencia con algún Dragón Traga doncellas le había enseñado que las sonrisas en ocasiones destrozaban ilusiones. Ella lo vivió cuando aquel personaje pintoresco le regaló girasoles azules, la luna y todas las estrellas fluorescentes del espacio sideral que aún conservaba de sus cereales Kelloggs. Y no sé que otros objetos inútiles que en realidad para su corta edad no tenía donde guardar, sólo uno que luego de nueve meses del “suerte nena no me busques” pudo colocar en una cunita junto a sus muñecas. Ilusión pisoteada que ya nadie podía volver a cambiar, porque siempre que palabras como “mucho gusto quiero conocerte” fueran pronunciadas aparecerían de inmediato otras algo exageradas como “otro farsante que quiere conocer el vértice de mi ángulo obtuso” y todo se jodería.
La geometría es sinónimo de problemas pero ya todo esta superado, Ana ha aceptado mi invitación a salir.

Entre hombres siempre hablamos de nenas, de vaginas, de tetas, de sangre espesa depurando nuestras papilas, ¿pero alguna vez hablamos de almas? ¿De almas rojizas olor a cielo de venado, que en determinadas circunstancias queremos que desaparezcan para que nunca más ese sufrimiento de ausencia destroce nuestros corazones? Sí, en ocasiones lo hacemos.
Ana es una joven especial, tiene tal grado de ternura que la piedra más férrea no se le resistiría. Y su hijo Mateo, retoño de la dulzura, de los besos, de los abrazos, de las caricias, retoño del amor, de la ilusión, de “vivamos juntos y no nos separemos nunca”, la heredo.
Eso de ser madre cambia la perspectiva, no sólo se advierte un cuerpo, ahora se advierte un alma, rojiza, olor a cielo de venado, que en determinadas circunstancias quiero que desaparezca para que nunca más ese sufrimiento de ausencia me destroce. Ana, anA, por cualquier lado se lee tu nombre.

Mis amigos de clase: Felipe, Jobst Viertel y yo Damián Quintero preparábamos una salida con las pocas chicas que conocíamos. Todo marchaba de acuerdo al plan, claro no faltaban los inconvenientes de ultimo minuto. Patricia la amiga de Jobst no quiso salir ese día, era una chica demasiado solicitada. Mi vecina Soho; como le decíamos de cariño, ni modo, no quiso salir.

Que situación tan deshonrosa, pero dolorosamente era real. Ya nuestros planes se veían caer por el lodo, todo tan bien planeado, con tan buenas intensiones, pero fracasamos. Por eso ahora digo que lo mejor es improvisar por el camino, así pues, si no sale nada, nada se pierde.
Todo tristeza, depresión, impotencia; de la cual el viagra que por cierto esta de moda no podía curar. Ojos de soledad en el cielo, pero Felipe con tan buena memoria se acordó de su prima que por esos días visitaba la ciudad. -¡Invitémosla!- Fue la única palabra que de momento se me vino a la cabeza.

Ya las ilusiones volvían a nuestras frustradas almas. Ana mi amiga, la prima de Felipe, y faltaba una para completar el grupo. No queríamos ir en parejas ni mucho menos, pero era mejor así. Llegaba la hora de la verdad. -¿Buenas noches puedo hablar con…?- Carolina Era el nombre de la prima de Felipe. Ese nombre de ocho letras y cuatro vocales, perfectamente ordenadas aristotélicamente. La “a” en el inicio haciendo la presentación. La “o” en el medio desarrollando la historia. La “i” en el punto máximo o clímax. Y de nuevo, la “a” cerrando suavemente en el final, pero con un nuevo sentido. Es decir, modificado. Como ella que se presenta, se desarrolla hasta la cumbre, y al final, ya no es la misma del comienzo, sino que es una “a” que se queda allí. En la única parte imborrable que existe, que ni siquiera los libros pueden guardar por temor a que el tiempo la desvanezca, hasta el punto de hacerla ilegible. Y es allí, en el alma, donde esa “a” se incrusta y florece.

Felipe se acordó que ella tenía otras dos primas. -¡Cómo así Felipe, no cabemos todos en los autos!, y ¿cómo están las primas?- Esa pregunta debía ir antes, tenía prioridad. -No me acuerdo. Ahora si la sonrisa de satisfacción de los tres destellaba sobre las paredes del cuarto.

Mi tío Mario me presto el carro esa noche. Felipe también iba en carro, así que íbamos bien, sin problemas de gasolina. -Buenas noches, deseo ver a Mónica Ospina… Felipe, Felipe Quijano.

Carolina se estaba quedando en un séptimo piso del edificio Bon Jour, estaba visitando a Mónica su prima paterna más querida. Jobst Viertel y yo Damián estábamos en el carro cuando de repente las vimos bajar. -¡Mire, mire! y no las queríamos invitar. Mucho gusto, que más, etc., etc.
Seguimos a recoger a Ana y tarde que llegamos por causa del tráfico nocturno. Ya casi se iba, estaba con una mujer que me miro de pies a cabeza, parecía ya mayor; como de cuarto de siglo. Aquella mujer sonreía guasonamente. Yo me miraba a ver si traía la cremallera abierta, o si pasaba algo con mi ropa, no combinaba o cual era la mierda. Era una actitud clarividente, - este que con Ana?. Yo pues, no sabía que hacer, deje la sonrisa diplomática haciéndome el desentendido hasta que el ascensor se detuvo, la estúpida continuaba con su pucherito cretino. Mi amiga Ana pregunto si podíamos pedir un taxi. –Venimos en auto, contesté. La mujer inmediatamente cambio la actitud al punto que pidió el favor que le lleváramos a su casa. ¡Que actitud! si en realidad estuviera cortejando a Ana, me hubiera hecho quedar en ridículo.
Después de muchas canciones llegamos al lugar, parqueé todo bien, como si fuera experto. El lugar estaba lleno, una nena que vi, divina, pero claro, con su llavero al lado con cara de perro gruñón que vigila su hueso para que no se lo lleven. Yo pues todo feliz, había salido todo a la perfección. Pero se van a sentar y raro pues, las viejas a un lado y los manes al otro, como de colegio. Yo que no quería ser “el rompe hielos” me senté al lado de Jobst.
-Buenas noches. ¿Qué desean tomar? -¡Cerveza para mi!- Dije. Y una mirada de censura como que me dejó pensando. -¡Ah, pero que tiene! Con una nadie se emborracha.- Me decía yo. Ellas sí cafecito, hasta full. Pero mi cervecita si no la cambio, y menos cuando de rumba se trata.
El ambiente estaba como frío, uno que otro comentario estúpido para entrar en calor, pero la ubicación como que lo impedía. Contra la pared estaba yo, luego J. Viertel, Carolina sí quedó bien, Felipe Quijano, Ana quedó como entre la selva, sin conocer a nadie, Mónica, y por último estaba Catalina. Toda la noche, o bueno lo poco que estuvimos, me pareció que estaba como aburridora la cosa. Sin tema. Algunas no hablaban, o sólo lo necesario como para no dormirse o más bien de pena. No sé, esperaba más de la noche. Con la única que recuerdo que hable más o menos, fue con Carolina, ¡y eso! Pues parecía también como molesta. Y con Ana hasta pena me dio, pues me miraba como aburrida, pero ni modo de gritarle de extremo a extremo, o hacerle la charla aparte. Felipe estaba como callado. Pero a Jobst Viertel, a ese sí no lo callaba nadie. Era el centro de atención. Luego el lugar quedó desierto, todos iban a ver la película y hasta el fuego de la chimenea se llevaron. La música pasaba tan desapercibida, que ni me acuerdo si era un vallenato, o un rocksito lo que sonaba. Con el pasar de los minutos y de la aburridora velada, el frío comenzó a hacer estragos. Catalina sólo se frotaba los bracitos. Mónica si mal no recuerdo también y eso significaba: ¡hasta aquí llegamos!

Algunas miradas de sueño reafirmaban los diferentes lenguajes corporales. Que triste noche. Por eso repito, es mejor no planear las cosas, ya que cuando uno espera demasiado y no llega en su totalidad, la frustración comienza a actuar como el oxido en el metal.
Esa noche las fuimos a dejar y chao. La despedida no fue muy cariñosa, sentí pena y culpabilidad por tan mala velada. ¡Cagada! así es la vida, a veces se puede, a veces no.
-No la voy a volver a ver.- Me decía mientras manejaba hacia mi casa.


Las reglas del juego

Días después la volví a ver, pero siempre me pareció como seria. Y un comentario, refiriéndose a que sólo salía con manes de 1.80 metros para arriba, me dejó como frío. Porque no soy alto. Es que ni los zapatos me ayudan, ¡qué falla! Luego no conversamos más de dos o tres frases:

-¿Ah, en Cali tienes un perro Siberiano? ¡Qué nota Carolina!, ¿y cómo se llama?

Y bla bla bla. Sin poder decirle nada. No pues, eso si que no. Una vieja me puede gustar mucho, pero de ahí, a decirle algo, difícil. Y peor aún, si ni siquiera le caigo bien. Eso sería suicidarse, y no es que no lo haya intentado antes, pero, de esa forma sería peor para mí. Pues morir en vida, no creo que sea agradable. Siempre me pregunto, porque me gustan las que ni el saludo me dan, ¿será gusto por el dolor, por el sufrimiento? ¿Sadomasoquismo acaso? ¡Qué falla! Pero siendo razonable, si fuera diferente, no sería interesante. Si la miro, me mira, me le acerco, le cojo la manito, se la mimo, la beso, ella me besa, me acaricia y yo la acaricio, etc., etc. ¿’tonces más adelante qué? No habría obstáculos. Sería muy fácil. Claro, es decir que los juegos del amor son pues necesarios, por no decir que indispensables. ¡Que felicidad! O sea que no he buscado mal, simplemente me he dejado vencer muy pronto. Ahora sí, con todo. A este tigre no lo para nadie. ¡Qué vengan pues las que quieran, que pa’ todas hay! Ya conozco las reglas y así sí nadie me engaña.


¡Yo quiero jugar!

Volvimos a salir. Esta vez a Kinky Bar. La veo y me gusta mucho. Pero no le caigo bien. Oigo que le dice a Mónica, que me pregunte sobre Ana.

-Y Ana qué, ¿has hablado con ella?

-No, pues no.- Le contesto yo.

No entiendo para quien va la información. Seguro no es para Carolina. ¡Pero si me sé las reglas! Lo que pasa es que no me dejan jugar, por eso es que no avanzo. ¿Pero qué hago? ¡Yo quiero jugar!
Ni modo, ese juego del amor no es pa’ tanta gente. Tocará esperar a que se retire alguien, y haya cupo.
Yo la miro, pero nuestras miradas nunca se encuentran. Por más que les doy las coordenadas, a su destino final, nada que llegan.
¡Qué estúpido soy! Todo esta en mi cabeza siempre. Todo es parte de mi imaginación. Esas cosas sólo se ven en las películas. Por eso quiero hacer películas, para que mis sueños, por lo menos se vean realizados en un negativo de 35 milímetros. Mi única realidad es la soledad. Pero no sería tan hostil, si por lo menos tuviera unas ideitas, piernitas y caderitas agradables.

-¿Será que es mucho pedir?

Vuelvo y la miro. Tampoco quiero que se dé cuenta, ya que de ser así, me rechazaría con más ganas. Para hacerme sufrir. Y ese privilegio, si no se lo doy a nadie, primero muerto que humillado. Si ni siquiera se ríe cuando yo le hablo, total indiferencia. ¿Qué sería mejor? El odio desbordado o ésta nulidad. Pues relativamente el odio, pero hace más daño si se profundiza en él. La indiferencia, por lo menos puede ser desapercibida, si uno igual le es indiferente. Pero ella no me es indiferente.

-¿Porqué es tan difícil decir te quiero?

Es algo humano, y ya que errar es cosa de humanos, pues estaría bien hacerlo. Pero ni que fuera extraterrestre, ¡es que no me sale! Es como el seguro de una pistola, por más que uno este en una emergencia y necesite disparar, si no se sabe quitar el seguro, pues ni modo. Intento fallido. Y más bien se expone uno, a que lo hieran por alzado. ¿Dónde estará mi seguro? Yo he buscado miles de veces, pero nada. Y lo peor es que en las instrucciones de uso, no aparece la ubicación. Y a todas estas que la garantía ya se venció.

-¡Será intentar empíricamente!

Espero no tarde mucho en descubrir el seguro. De lo contrario, el único seguro que voy a necesitar, será el medico. Aunque existe una posibilidad muy lejana. Pero cuando de esperanzas se trata, por más lejos que estén, son validas. Encontrar una vieja que me diga donde esta el seguro o que me lo quite, sin preguntar. Para así poderle volar el corazón y los sesos, en mil pedazos. Que el único que se los pueda reconstruir sea yo y sólo yo.

-¿O será acaso egotista de mi parte? Pero es la única forma, o por lo menos la que he visto en las películas.

En fin sólo sueños. Sólo se que te quiero y aunque nunca lo sepas, no importa, por lo menos en eso el amor si es grande y se puede querer a quien sea, sin importar si el otro lo permite o no.

-Carolina te quiero, ya que te amo es una frase difícil y aún desconocida para mi pequeño léxico.


Piernitas

Una salida a un tal W.C. Bar, me confirmó mi terrible duda. Ella me odiaba. No había nada que hacer. Me odiaba, si que me odiaba. En sus ojos se veía cierto rencor rojo, ¿pero porqué? Tan sólo había tratado de portarme bien. ¿Será, que ella es otra víctima de los que pintan maripositas y luego suerte?
Esa noche soñé que los aborrecía con toda mi alma, y que la maldición de Godatra caía sobre todos ellos, y sobre todos sus congéneres. ¡Fue repugnante! Y, lo peor, fue verlos escogiendo a sus mártires que por lo general eran las mejores de la manada. Mis lagrimas caían sobre ellas. Habían de todas razas y colores. Piernitas por aquí y por allá. ¡Qué lástima tanto desperdicio! Busqué entre los restos a ver si la veía. Esperaba que así no fuera, pero, siempre hay un pero. Allí estaba, o bueno lo que de ella quedaba. Rosadita, perfecta, sabía que era de ella y me aferre como un niño que no quiere quedarse en ese lugar feo y lleno de miles de niños que también hacen lo mismo. Todos agarrados a las piernas de sus madres, como si allí pertenecieran y de allí jamás quisieran salir. Con un temor espantoso, y algunas gotas de sudor frío bajando por sus rostros pálidos como la leche descremada de alta digestibilidad Alpina. Yo me aferraba, me aferraba más y más, y fue allí cuando esa espeluznante sirena me desconcertó, pues era yo y las plumas sintéticas volando alrededor del ambiente turbio y de la que yo pensaba era una sirena resulto ser mi TV en las noticias de la mañana que suele prenderse como a eso de las nueve, pues madrugar en vacaciones no me... ,es decir, le tengo fobia.

P entonces Q = Tristeza

Estábamos ahí, dos jarras de cerveza y un silencio abismal. De esos que asustan a cualquiera, y eso que yo soy macho. Es como cuando en las películas de terror, el director de sonido deja un espacio en silencio para anticipar algo espantoso, terrible, algo de lo cual no sabemos si podamos resistir.
Pues no lo pude resistir. Fue una premonición, yo lo sabía y sí que lo sabía. En eso sí nunca me equivoco, pues, ¡era lo que yo pensaba! Ella me odiaba, y lo peor fue, que las ciencias exactas me lo confirmaban. Era el ejemplo más simple de lógica. ¡Eso me pareció a mí! Yo en la aburridora clase de lógica, con esa profesora antipática, que el primer día de clase sólo se presento y ya. Fue una presentación fría, sin sentimiento, alienígena me pareció. Hasta ni me acuerdo de cual era su nombre, debía ser uno de esos nombres, que cuando uno los pronuncia no significan absolutamente nada, como llamarse “m” (m, no eme, aclaro) o “s”. El primer ejemplo que copio fue:

-Si yo odio a los negros y... ¿Cómo se llama usted?

El negro como le decíamos de cariño, tímidamente respondió:

-José.

-Y José es negro, ¿entonces...

La sapa de María Camila Serna Figueroa, levantó la mano diciendo con aprobación de la profe’:

-Yo odio a José.

-¡Correcto!- Sonrió la profe’.

Y de ahí en adelante, jamás pasó ningún parcial. Por eso sería que luego se le dedico de lleno a las drogas y a la vida de la calle. ¡Pobre Negro!

Carolina comenzó a preguntarnos el signo zodiacal a cada uno, primero a Jobst Viertel, luego a Felipe y por ultimo el mío.

-Escorpión- Y agache la cabeza.

-¿Cómo? Uy yo odio a los escorpiones, son terribles, traicioneros, rencorosos y...

No sé que más cualidades mencionó. Pero entendí, y me acorde del ejemplo del Negro José, amigo negro José. 

P: Ella odia a los escorpión.
Q: Yo soy escorpión.
P entonces Q = Mmmmm!

Sin ser Einstein, pues, no tenía causa romper las leyes de la lógica. Ella me odiaba, si que me odiaba.


Arco Iris

-¿Una fiesta de tu colegio? Pues bueno, full.

Fiesta Prom´ 98 del C.B.G.V, claro que a escondidas, pues en este colegio están prohibidas todas esas cosas. Si pues, la chaqueta con el logo de la promoción, la excursión que casi siempre es a una playa y mucho mejor si es en el exterior y donde además la mayoría de las chicas dejan algo suyo hundido en las profundas aguas del mar Caribe. El Fashion que desfile más harto, puras viejas que ni desfilar saben, y con unas cuantas capas de pañete en la cara, ¿será que son estudiantes en remodelación? ¡Qué falla! Pues sí debe ser, como ahora las moldean pa’ entrar a la universidad. Que cosa más fea. Es como comerse un aguacate madurado a punta de papel periódico, se ve muy bonito por fuera, todo verde. Pero digo es verde maduro, ya que un buen conocedor de aguacates sabe cual es el verde maduro y no el verde-verde. En fin. No tienen sabor, insipidez absoluta, ¿me entienden?

-¡Ah! ¿En Guacamayas Music Hall? Digo..., que muy rico Paola. Nos vemos pues allá.- Mua, mua.

Ella es Paola Díaz una lindura que había conocido en el gimnasio, sí, allá mismo en Santa Barbara, en el Greatest Heart’s Gym o algo así.
Yo que llego y claro, la bicicleta ocupada como siempre, ¡qué pereza! Será escuchar musiquita de la buena. Bueno pues no es que el resto de la música sea mala, pero para mí, la musiquita buena es ciento por ciento rocksito.

-¡Ah se acabaron las pilas! ¡Qué mierda! Perdón, ¿ya terminaste?
Creo que esa sonrisita de niña tímida, o más bien de niña viva a la cual le pareció de todo un retardado esa pregunta obvia, dice que sí. Y es que no es para más. No hace falta el que ve que alguien se cae, como le ocurrió a Christian, que se cayó bajando de la loma de los Cerezos, un día nublado, en su bicicleta Bmx, y una vieja paisa le pregunta:

-¿Te caíste?

-... Bla, bla, bla.

Ni para que les cuento lo que le respondió, después de ese susto tan tenaz, y con la cara toda ensangrentada. Bueno, bueno, les voy a contar pero no se me enojen.

- Hijueputa vida! No me caí, me tire contra el pavimento pa’ ver si estaba hecho con buenos materiales, pues como en este país de mierda se roban toda la plata. Y sí, no hace falta que me lo pregunte, comprobé que aquí en estas calles antioqueñas las calles se hacen con los mejores materiales del mundo, ¿o no ve cómo me dejó la cara?

Eso fue más o menos lo que le contesto, pues claro, un poco adornado por el lenguaje literario, pero esa es la idea.

¿Qué iba de más mi pregunta? ¡Pues sí! Me senté en la bicicleta, ajuste la resistencia, cronometro en ceros y ande pues. El walkman me lo deje, como pa’ despistar y también como pa’ que nadie me jodiera en mi tristeza. Sí, es que también no hace falta la que se le hace al lado a uno y empieza a contarle su vida.

-Y que si supieras lo que me pasó en el salón de belleza.

-¡Ay pues terrible!- Me digo yo hacia adentro.

-Si me cortaron dos dedos de más. Ese estilista siempre me hace lo que se le da la gana y no sé porque sigo yendo, porque bien caro sí es. ¡No ves que es famoso el tal Norberto!

Y a mí que, tengo mejores cosas para hacer que estarme preocupando por su estilista.

-¿Cómo te llamas?

Yo me hago el sordo pues para hacer bien el teatro, muevo el volumen supuestamente pa’ bajarle.

-¿Cómo?- Digo sin interés.

-¿Qué cómo te llamas?

-¡Ah! Damián , ¿y tu?

-Pao, Pao Díaz.

No sé, me cayó bien de una, y no es que estuviera rebuena, sino que esa forma tan sutil y tan espontánea de conocer a alguien, que tal, con un sólo cómo te llamas. Tan fácil me pareció, que decidí luego ponerlo en mi repertorio. A los pocos días éramos los mejores amigos, y vean lo que me escribió:

“¡Hola Quinterito!
¿Cómo estas? Espero que muy bien, sólo te escribo para decirte que creo haber encontrado el principio del ARCOIRIS. Pienso que el principio de éste maravilloso fenómeno ilusorio, no ha sido un dilema nunca, sino los que no se han puesto a pensar en esto, no van a poder encontrar, para mí el ARCOIRIS. Empieza aquí dentro de cada uno, en los destellos de luz que emiten nuestros ojos y nuestra boca al sonreír y al estar felices, sentimiento que se encuentra sólo en aquellos que han creído estar en paz con ellos mismos y que son capaces de transmitir amor a sus semejantes alguna vez en su vida. Cuando nosotros decimos que estamos observando el principio del ARCOIRIS, es porque nosotros estamos seguros de nuestra belleza interior, la cual podíamos, podemos y podremos transmitir a todas las personas.
Por otro lado yo creo que tú puedes ver el ARCOIRIS ahora, en el momento que creas en ti y quieras estar en él para tranquilizarte y encontrarte a ti mismo.

PD: Recuerda que en ti hay un gran arco iris

ATT: Pao Díaz.”

Y luego de severa carta que, pues me volvió la alegría. Yo todo deprimido por mi terminada con Angelita. Pero ese día comprobé la existencia de los ángeles. Y con eso soñé toda la noche. Yo volando por el arco iris como los Ositos Cariñositos. No me hacia falta nada, era yo y mi arco iris.


Traga-doncellas

Ese día de la fiesta del C.B.G.V me entregaron el carro del concesionario. Como una vieja bruta me había chocado saliendo de un almacén, luego de llevar a mi abuelita a cambiar un electrodoméstico que había comprado, y al coger la autopista hacia el norte, yo parado, ¡pero estático digo! Pues esperando para votarme, como vienen los carros a toda, y si uno sale así de una, se lo llevan y hasta de gratis sin pagar pasaje. Quietico y no en la curva. Pa’ que vean que la culpa no fue mía. ¡Y crash! Si yo no freno el carro, nos hubiera botado contra la autopista, y ahí si no estaría contándoles todo esto. Se llamaba Carolina y tenia como 26 años, iba en un Lada Samara. Mi carrito afortunadamente pa’ el golpe tan tenaz, no le paso casi nada. Tan sólo se le maltrato un poco el bomper, pero el chistecito le costó a la pelada como setecientos cincuenta mil pesos moneda corriente y su carro vuelto picha. Se le quebraron las luces, la persiana quedó vuelta mier’, no mentiras no quedó nada. Y lo peor fue en el momento del impacto, severa zarandeada que se pegó mi abuela, y eso que iba con cinturón y todo, porque yo siempre que salgo, me lo pongo y si voy acompañado les obligo a todos a que se lo coloquen. No porque sea bruto pa’ manejar, sino que uno nunca sabe cuando viene por ahí una vieja histérica que lo ve a uno todo noblecito y con cara de niño lindo y se lo bota. Pero ese no es el cuento, volvamos al choque. Todo que se mueve alrededor, el sonido brutal de un carro que se golpea a una velocidad de 60 kilómetros por hora con uno que esta totalmente quieto, estático (el mío, bueno de mi familia.) Los vidrios que se oyen caer y mi abuelita me pregunta asustada que quien tuvo la culpa. En otra ocasión le hubiera contestado, que el tubo tuvo la culpa, como en la propaganda de PVC. Pero nada, es más que obvio que ella tuvo la culpa. Yo me baje rápido, nada asustado, con la conciencia tranquila de no haber cometido ninguna bestialidad. Totalmente lo contrario a la que después se presentó como Carolina Turbay.

-¿Qui’ubo pues? ¿Qué le pasó? ¿Se le fueron las luces?

Ella pálida, y eso que se le notaba porque era muy blanca, como el papel higiénico Familia 2 en 1.

-No, fresco, arreglemos. Vamos a mi casa que mi papá conoce de carros.

Yo que le iba a decir, pues que sí. Pero ella debió arrepentirse por el resto de sus días, ya que su papito tan lindo, que sabia tanto de carros, le metió un tubo de escape caliente, y pues que se sepa ella nunca le pudo dar un nietecito al Pápi Turbay que hasta presidente fue.
Ya brilladito, pues a mi familia, si les gusta tenerlo como una uva. Ni me dijeron nada. Pero luego cuando operaron a mi madre y me tocaba recogerla y llevarla, más nerviosa pa’ donde. Y con toda razón, pero que culpa si fue la hija estéril e histérica del Papí Turbay que dizque sabe de carros, porque de política, poco, pues al país lo dejó fue vuelto mierda, una física y total plasta de mierda, pero no boñiga que al menos es de las vaquitas y en donde los champiñones psicodélicos se divierten con sus olores, es decir hasta empleos genera. Más espantosa y atormentante es la plasta que dejó, su fétido olor, color y sabor (pues los que saben de eso, porque yo sí no la probé.) Es repugnante, asquea hasta al más fuerte de los que de eso saben.

Salí creído estrenando bomper trasero, lavada completa del tapizado y del motor, polichado con teflon y toda la vaina. Eso hasta miedo me daba que con una mirada me lo fueran a rayar. El sol no sabia para donde alumbrar pues por donde se hiciera se encandilaba con mi esplendoroso León Francés Peugeot 306 Sedan cuatro puertas, mil ochocientos centímetros cúbicos, etc., etc.(Bueno mío no, sino de mi familia).
Listo y todo, recogí a Felipe y a Jobst Viertel. Nos fuimos para donde su prima. Felipe le estaba echando los perros a Mica, a Mónica pa’ que me entiendan, pero me gusta más Mica. No sé, siempre me han gustado más los sobrenombres. Tienen más personalidad que las mismas personas, eso creo.

-Buenas noches, para donde Mica.- Y toda la carreta de siempre.

-Sí, un momento caballero.- Bla, bla, bla.

-Señor, que las esperen, que ya bajan.

Uy tan elegante el portero, estuvo como decente, dizque caballero y toda la vaina. Sólo esperaba que bajara Carolina, me la imaginaba de una y otra forma, de vestido de doncella, y yo con mi armadura toda en plata, mi corcel blanco y mi fuerte espada lista a cualquier dragón traga-doncellas y más si de ella se trataba. Pues los traga-doncellas abundan en este reino del norte. Imponentes con sus alas desplegadas sobrevuelan la presa, la observan una y otra vez, y ya cuando están seguros, se dejan caer en picada con sus garras mentirosas y cru, cru, cru. Envolviéndolas la devoran, luego de dos o tres mordiscos saciando su apetito carnal, dejan caer el cuerpo inerte, perdido, sin alma. Y ellas nunca más creerán en los caballeros como yo, por eso estoy aquí listo a defenderla con mi armadura toda en plata, mi corcel blanco y mi fuerte espada, si es necesario hasta la muerte o más allá.

Nada que he podido decirle que la quiero, insisto en que es exageradamente difícil, ¡qué va! Tanta pensadera me tiene como loco. Esa energía la debería descargar en algo más provechoso, no sé, pues escribir puede ser interesante y al mismo tiempo relajante o ¿qué me aconsejan? No que va, eso si que no, que un clavo saca otro clavo no me suena. Y que tal que el clavo pierda la punta y se quede allí también, con dos clavos adentro quedaría como adherido al suelo, sin nada de visibilidad, tan sólo viendo la tormenta aproximarse. Ese círculo de furia gris, que cada vez gira más y más rápido... Déjenme continuar pues. La adoro como a todo y como a nada. ¡Ya no sé ni lo que digo ésta nocheeeeeeeeeeee.......... Zzzzzzzzz!


Esperanzas Ahogadas en Amarillo

-¡Qué fiesta tan bacana!- Se escuchaba de uno y otro lugar.

Todos bailando de lo mejor, en sus rostros esa sonrisa característica de los que se divierten por todo. Pasito por aquí y por allá, no se porque mi familia no me enseñó eso de pequeño, y ahora ya más grandecito, me ha tocado es aprender a la brava. Además uno ya todo tieso no es igual. Pao como se movía. Tata, tara, tara, tata.  A cada rato me miraba, pero yo no le paraba bolas. Yo ahí moviéndome con Pilar, pero medio desilusionado, no tenía cabeza para mirarla. Sólo me acordaba cuando le contaba al Dr. German Puerta Baptiste, Psiquiatra general e infantil como dice en su tarjeta, sobre una pelada que me tenía volando, que se llama Pilar, pero que lo malo es que no tenía teléfono, y además que vivía en Cota. Que se parecía a Sandra Bullock la protagonista de SPEED y que le gustaba el cine, y que había jugado Dungeons & Dragons, y que le gustaban las novelas policíacas y de terror. Y con la cual bailé rebien. Y como es la vida fue días antes de irme para Cuba. Y ahora que estoy de regreso, la vuelvo a ver en el mismo lugar y en una fiesta del mismo colegio, y eso que la vaga ya no estudia allí.
Estaba desilusionado, a pesar de la alegría que me daba verla y yo sé que ella sentía lo mismo, de eso si estoy completamente seguro. Pilar sonreía y una luz como que me iluminaba, sus ojos alegres saltaban como cuando los perros rebosan de alegría. Pero ella se debió dar cuenta de mi desilusión, si hubiera tenido un espejo enfrente seguro me hubiera asustado mi expresión. Ella pues, no sé, digamos que desmejoro, así pa’ no irnos de guaches. Dos canciones de merengue y luego una de salsa, ella me dijo que ya regresaba, que la esperara, pero yo sé que se dio cuenta. ¡Qué falla!
Enfrente de mí, a lo lejos, Jobst Viertel, Carolina, Felipe, Mica, Camilo y a ratos pasaba Juan el hermano de Felipe. Ese si que disfruta del baile, da gusto verlo bailar. Tata, tara, tara, tata (Bis)  Yo que me voy acercando y cambian la música, ahora Disco y Rocksito a la lata, por lo menos ahí sí es sin pareja y baila uno en su grupito. Carolina como seria, pero pues eso no es raro en ella y más si odia a los escorpiones. Traté de no mirarla, ¡pero que va! No pude, mis ojos se desviaban a cada rato, era como cuando uno en el colegio hacia experimentos en el laboratorio y el profesor pasaba por cada grupo dando los materiales. Nos daba, no sé como se llama, como un aserrín de hierro en un tubo de ensayo y aparte un imán de esos larguitos, como un Kilometrico, de dos colores, un lado rojo y el otro negro. Cuando colocábamos el imán por el lado negro repelía el hierro, era imposible juntarlos por más que uno intentara e intentara. Era como si uno fuera escorpión y el otro Leo.
Después de la brincadera colocaron de nuevo merenguito y no sé, creo que bailé con Mica. Pilar en el mismo lugar donde me había dejado, yo la miraba y ella me miraba pero no la comprendía, era como una mirada de porque no me esperaste o de mira llegue con otro y me importas un culo. Las miradas continuaron por un buen rato hasta que se colocaron una salsita y me le lance en voladora a Carolina. Que como es que era el pasito, que me enseñara. Ella pues le tocó, ¡ni modo de decirme que no! Mira un, dos, un, dos 

-¿Así?- Le pregunte.

-¡Aja!- Susurro. Luego como que -¿Nos sentamos?

-Claro, que se le va ha hacer. Dos desilusiones en una noche, ¡qué frustrante!- Me decía por dentro.

Subí a la barra y me compré una cervecita. Sólo me quedaba mirar desde allí como se divertían. A Paola Díaz no le ganaba nadie, bailaba una y otra pieza sin parar, era incansable. Pero yo estaba solo allí, era mi cerveza y yo, éramos el uno para el otro. Ella fría y burbujeante, y yo agotado y sudoroso. Esperanzas ahogadas en amarillo. Verdes ahogadas en cerveza. Pero el verde y el amarillo no dan negro, sino un color puro y muy llamativo, el color lima.


RadioCreep

Él, desalmado, inhumano, despiadado y cruel. Sin piedad, como si los sentimientos no le importaran, sigue andando, corriendo, volando, sin que lo podamos detener. Tiempo, pérfido tiempo.
Dos días quedaban y yo en la bella Villa de Leyva con Felipe y Jobst Viertel. Había que planear la despedida. Ella a pesar de todo me parecía muy linda y tierna. Más tristes pa’ donde. Felipe extrañando a Mica, no hacia sino hablar de ella. Jobst Viertel hablando de Carolina, me la recordaba a cada rato. ¡Y bueno de Juanita ni que hablar! Era toda una leyenda en el grupo. Pero d’eso les cuento luego.
Tomábamos cerveza en un parque, mientras sonaban Los RADIOHEAD mezclados con ¡pásela!, ¡uy!, ¡uy!, ¡qué toque toque!, ¡pilas con eso!, ¡no sea rabón!, ¡juegue limpio!, ¡ah!, ¡ah!, ¡qué le pasa hijo d’!, ¡goooool!, ¡eso fue palo!, ¡dejen dormir vagabundos!
Las estrellas por doquier, la Luna arrullando nuestras penas y el amarillo llenando nuestras almas. De repente las notas que vibran, y la piel que se va volviendo más y más sensible, como la luz en los ojos después de una noche terrible. Era como si esa canción la hubieran escrito para ti y para mí. Y para muchos como nosotros.

Cuando estuviste aquí antes, no pude mirarte a los ojos, eres como un ángel. -Me daba vueltas la cabeza mientras me introducía en las notas, era yo y mis pensamientos.-

“when you were here before, couldn't look you in the eye ~ you're just like an angel ~  ”

Tu piel me hace llorar. Tu como una pluma flotas en un mundo bello. Desearía ser especial. Tú eres tan putamente especial. -Me repetía por dentro.-

“your skin makes me cry ~ you float like a feather ~ in a beautiful world ~ I wish I was special ~ you're so fucking special ~ ”

Pero un gusano es lo que soy. -Eso es, un vil gusano, decía yo.- Soy un extraño. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí? Yo a este lugar no pertenezco. No me importa si me lastima. Yo tener el control quiero.

“ but I'm a creep ~ I'm a weirdo ~ what the hell am I doing here? ~ I don't belong here ~ I don't care if it hurts ~ I want to have control ~ ”

Yo quiero un cuerpo perfecto, yo quiero un alma perfecta. Yo quiero que notes mi ausencia. Tú eres tan putamente especial. Yo desearía ser especial, pero un gusano es lo que soy.

“I want a perfect body ~ I want a perfect soul ~ I want you to notice when I'm not around ~ you're so fucking special ~ I wish I was special ~ but I'm a creep ~  ”

Soy un extraño. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí? Yo a este lugar no pertenezco. Ella está alejándose de nuevo. Ella esta alejándose. Ella corre, corre, corre. –Y no quiero que se vaya.-

“ I'm a weirdo ~ what the hell am I doing here ~ I don't belong here ~ she's running out again ~ she's running out ~ she runs runs runs ~ ”

Lo que sea que te haga feliz, lo que sea que quieras. Tú eres tan putamente especial. Desearía ser especial, pero un gusano es lo que soy. Soy un extraño. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí? Yo a este lugar no pertenezco. Yo a éste lugar no pertenezco.

“ whatever makes you happy ~ whatever you want ~ you're so fucking special ~ I wish I was special ~ but I'm a creep, I'm a weirdo ~ what the hell am I doing here? ~ I don't belong here ~ I don't belong here ~”

El silencio abismal nos inundo de nuevo. Fue la noche en la que debimos estar todos juntos.
Mírame en azul, blanco y verde, pero nunca en colores opacos. Eso decía yo esa noche, después de habernos tomado una caja de cervezas, una botella entera de Ron Habana Club Siete Años y de haber hablado mucho sobre la vida.
Esa botella significó mucho para nosotros. Por eso como recuerdo se la dimos el día de su despedida, al igual que un poema que escribió Jobst Viertel, claro, eso sí especialmente para ella, nada de copias piratas.
All Rights Reserved And Unauthorized Duplication Is A Violation Of Applicable Laws. Manufactured By Jobst Viertel Inc. Printed in Chipchombia. (Como dicen los de la Tele: Martín y Santiago).


Desilusión

Fue allí cuando salió.

-Mira esto es para ti.

En su rostro y pupilas se contemplaba:

-¿Para mí?, ¿Pero cómo así?, ¡No jodan! ¡Vuélvanse serios!
Que abrazote les dio a Viertel y a Felipe. Pero como así, yo también participe. Me merezco por lo menos unas gracias. Fue como cuando un Diciembre entero, me la pase pensando en el regalo para Angelita. ¡Sí, mi ex-novia, pero no me la monten! De sol a sol pensando y pensando. Es tan fácil salir a una tienda y comprar cualquier regalo, pero yo no quiero cualquier regalo, tiene que ser algo muy especial, como ella. Un poema. ¡Eso es! Y más me demore en sacar la pluma, que las ideas en venir a mi cabeza. Escriba y escriba, y tache, y borre. Y vuelva a escribir. Ordene aquí y allá. Que rime. Que suene bonito, como ella.

Amada mía

Fue lo que apareció, y me sonó lindo. Como en el Medioevo. La segunda frase fue:

Preciosa mía.

Y luego.

Te recuerdo en cada momento de mi vida.

Pero tenia que desquitarme de alguna forma de mi suegrita, y fue allí cuando introduje la tinta sobre la herida, para así poder sanarla. No podía dejar que mi Angelita se derrumbara a cada paso de nuestro noviazgo. Tenía que darle valor, apoyarla en lo que fuera. No me salió ni mal.

Y sabes qué... Olvida
todo aquel que sobre nosotros quiera opinar
y nos quiera separar.
Porque allí siempre estaré para luchar
y lo único que nos debe importar es el amar.

A mi pluma nadie la detenía, era ella jugando con las palabras, como niño después de la noche buena.

A ti, y a ti únicamente
Te tendré por siempre en mi mente
Eres lo más bello y preciado que tengo
y aunque digas que no es cierto
de creerlo me abstengo

Dos de la mañana marcaba mi reloj. Pero como dormir, si la Musa de la inspiración me acompañaba.

Eres la única flor de mi jardín
Te cuidaría y regaría por el resto de mis días
Arrancarte por mi mente nunca cruzaría
Sólo le daría tiempo al tiempo
Hasta marchitar y a la tierra volver a dar
En donde nos volveríamos a encontrar
y al cielo iríamos a dar.

Era mi primer poema, pero creo que fue la Musa quien me lo sopló. Yo siempre tan de buenas. Esa Musa debía amarme mucho, porque siempre que necesitaba ayuda, allí estaba para nutrirme. Y seguía.

Amada mía déjame entrar en tus pensamientos
y conocer todo aquello que aún no he descubierto
Preciosa mía sólo espero tu alegría
nada más disfrutaría por el resto de mi vida
Sólo tu alegría

¡Que alegría! Tres y treinta y cinco minutos con treinta y nueve segundos de la mañana, marcaban mi reloj. Comenzó sin ser anunciada en Radioactiva, Every Rose Has It’s Thorn, de la ya decaída banda Poison. ¡Qué guitarra!

“ We both lie silently still in the dead of the nihgt
Although we both lie close together
We feel miles apart, inside
Was it something I said or something I did
Did my words not come out right
Tho’I tried not to hurt you
Tho’I tried bot I guess
That’s why they say ”

Y ésa balada si que me gusta, es pa’ cuando uno esta enamorado, y yo si que lo estaba. Y el coro me extasió.

“Every rose has It’s thorn
Just like every night has It’s dawn
Just like every cowboy sings his sad, sad song
Every rose has It’s thorn ”

Cuando regrese de mi cielito color crema, estaba allí. En la punta de mi pluma. Lista a eyacular su tinte color sepia, marca Pelikan TUSCHE, DRAWING INK, ENCRE DE CHINE, o TINTA GUAJIRA 12 ccm. 2/5 ft. OZ para heliografías en forma de bellos vocablos.

Y aunque nos digan que cada rosa tiene su espina
herirme no me importaría
Tú, mi amor, desde el cielo te escogí,
para que mi pareja seas hasta el fin.

Y bueno, no se rían. Yo sé que el fin llegó antes de lo esperando, pero tres meses son tres meses, ¿o no? Algo exagerado el poema. ¡Lo sé! Pero es lindo decir eso. Se siente uno como héroe. Como cuando Robin Hood salvó a su doncella en el film y de fondo sonaba Bryan Adams con I Do It For You, realzando la dulce hazaña.

“Oh you can’t tell me
It’s not worth trying for
I can’t help it
There’s nothing I want more
Yeah I would fight for you
I’d lie for you
Walk the wire for you
Yeah, I’d die for you
You know It’s true
Everything I do
Oh, i do it for you”

No me digas que no vale la pena luchar por ello. Yo no puedo remediarlo, no hay nada que más quiera. Sí, lucharía por ti, caería por ti, caminaría en la cuerda por ti. Sí, moriría por ti. Sabes que es cierto, todo lo que hago, oh, lo hago por ti. Eso es lo que sentí.

-¿Si ven?

La piel de gallina y el corazón abierto de par en par, esperando respuesta. Yo me imaginaba que se iba mínimo a morir de amor en mis brazos. Una escena así toda romanticona, en la que ella caía desmayada en mis brazos, y yo convertido en todo un galán, sostenía su cuerpo, como si de una porcelana se tratará. Luego el tierno beso despertándola, y su primera imagen del mundo sería yo, yo, y tan sólo yo. Ella sin reprimir sus impulsos se desnudaría y arrojaría sobre todo mi cuerpo. Los ojos que se cierran y la boquita que se abre. Una manito por allí y otra por allá.

-¡Ay, cuidado, tampoco así de duro!

Y eso era solamente por el poema, porque yo le hice también un maletín en cartón paja, y forrado en papel de Navidad con los motivos de Bob Esponja. Era bacano, si que lo era. Y el trabajo que me costó hacerlo, darle la forma, cortar, forrar, y el retoque. Luego de eso, dure como tres días en cama. Por el dolor en la espalda. Claro, encorvado trabajando, ¡quién no se cansa! Allí adentro le metí otra cajita, pero en tonos tierra. Con un ramo de rosas secas que hasta a mí me gustaban, y con un aroma... ¡Waoou!
Todo perfectamente calculado, con instrucciones y todo, ¡ah! Pero lo mejor fue el poema. Y como quería que sólo ella lo leyera, entonces utilice el viejo truco de los espías. Lo escribí todo con zumo de limón, y dos veces por si lo quemaba. Es que Angelita y sus manos, tienen a veces como malos entendidos, o hablan lenguajes diferentes. Si eso es, por eso es que no se entienden. Para verlo pues, tenía que pasar el papel por encima de una vela.
-¡Sí, de una vela!

Pues sin quemarlo, sólo dejando que el humito negreará la hoja. Y el resultado es todo arcaico. Queda todo lindo como de color sepia oscuro.
Cuando llegué al aeropuerto a despedirla por su viaje. Por su viaje todo pago a New York, mi suegra me hizo una cara de: ¡Pa’ que vino!, ¡Qué novio tan cansón!, ¡Qué pereza!, ¡Fuche, fuche!, ¡Hágase pa’ llasito! Y yo aguantando todo eso sólo por ella. Porque su hermanita, ¡qué va! más farisea pa’ donde. Ahí es que se da uno cuenta de como es la gente. Y ni que hablar de Angelita que sólo me saludo con un inexpresivo hola.

-¡Ah, mira lo que te traje!

Con mis ojos, quería arrastrarla al lugar más apartado del mundo. ¡Claro, pa’ qué me diera mi recompensa! ¡Qué creen! Me lo merecía, o, ¿piensan aún qué no? ¡Ah, si ven, ya me van dando la razón! Pero, cogió la maletica como si nada, y se la colocó debajo del brazo. Yo la seguía como cuidándola, que no se le fuera a caer. ¡Eso sí que no! Tanto trabajo, al menos que lo vea. Se detuvo para entregar las maletas, y en eso me descuide, y se lo dio a su hermanita. Ella si, ni tonta ni perezosa, levantó el maletincito al nivel de su oreja y lo sacudió. Como si se tratará de una pandereta, en los villancicos del veinticuatro de Diciembre, antes de abrir los regalos. Yo que veo eso, y...

-¡Malpa…! ¡Perdón, mala niña!

Aún guardaba las esperanzas. Mira, mira. Elaborado a mano, con algo que en las tiendas no tienen; amor, mucho amor. Pero ella ni se mosqueaba, no entendía mis miradas. Cuando sus padres y su hermana se fueron, descanse.

-¡Ahora sí!- Me decía yo.

Ella me miraba, y yo la miraba. Pero no me decía nada. Que desilusión, tanto por tan poco.

-¡Que té vaya bien!- Le dije.

Le di un beso. Me levanté, y como había llegado, así mismo me marché. En un bus, todo espichado, oliendo a puro pachuli barato, y a algunos otros aromas nada agradables.

-¿Qué te vas? ¿Pero porqué? ¡Espérate y te llevamos!

Que creyeron pues. Que me van a sobornar con una llevada a mi casa, ¡pues ni mierda! A humillar a otro.

-¡No tranquila! Es que tengo como afán. Pero de todas maneras gracias. ¡Qué detalle suegrita!

Luego supe que mi novia, había quemado uno de los poemas. El otro, quien sabe si aún lo conserva.

-Las mujeres si que son desagradecidas. Si no es un diamantito, o una esmeraldita. ¡Nada! ¡Qué cosa!

Que desilusión sentí ese día de su despedida. Pero claro, no tan duradera, pues el corazoncito después de lo de Angelita, se me fue como endureciendo.

-¡Que te vaya bien Carolina! Fue un placer conocerte.- Tan sólo eso me decía.

Me monte en el carro, y que se ubicaran como se les diera la gana. ¡Ya no me importaba!
Juanita se fue en el Mazda 3 Rojo de Felipe, al igual que Mica. Y Catalina, Jobst Viertel y Carolina se fueron conmigo. Pero como raro, si ella siempre se iba con la prima. ¿Será que se peleó con Mica? ¡Qué importa ya! El caso es que nunca había estado en una despedida tan extraña, pero no por lo que pasó, sino por lo que pasaría.


Confusión

-Yo quiero una Mujer Al Borde De Un Ataque De Nervios.- Eso le dije al mesero.

-No, disculpe usted. Se nos acabaron los ingredientes para ese cóctel.

¡Que tantos ingredientes se puede llevar! ¡Con lo fácil que es sacarle la piedra a una vieja! Es sólo hablarles de crianza de chinos y de la cocina. ¡Y sí señores, ahí tienen su Mujer Al Borde De Un Colapso bien horrible!
Nos trajo entonces uno llamado Terminator, todo verde. Y a ellas, uno que ni idea como es que se llamaba. En todo caso estaban muy fuertes. Yo con uno ya quede todo contento. La música estaba buenísima. Sonaban los Doors, los Radiohead, los Stones entre otros.
Y no, al comienzo todo bien, risitas van, risitas vienen. Juanita y Carolina eran una sola sonrisa. ¡Qué lindas que se veían ese par! Mica y Felipe allá en su esquinita. Catalina seria y Jobst Viertel:

-¡Qué va, ‘stoy es que me bailo!- Y se fue pa’ la pista.

Como raro, nosotros acompañados, y el lugar lleno de viejas. Y lo peor, ¡solas! Eso si no falla, es la única regla que conozco que no tiene excepción. Sí, cuando uno va acompañado, y más, si va con viejas buenas. ¡Eso es pero fijo que le caen más a uno! Son como la carnada que las atrae.

-¡Párenla, párenla! ¿No ven que ya esta ocupado el anzuelo?

Pero las miradas seguían, sí esas miradas de: Soy toda tuya. Porqué no bailas conmigo papi. Soy tierna y obediente, ¿quieres ser mi dueño? Miauuuuu...
Pero en estas ocasiones tan especiales no hay tiempo para eso. Sólo se tienen ojos para ellas, ellas, y únicamente ellas.

Juanita es un ángel. Sí, un ángel, al cual botaron del cielo por no dejar concentrar a sus demás compañeros. En el infierno estuvo un par de días, eso creo. ¡Sí, eso! Un par de días. Porque los diablitos no hacían si no observarla y observarla. Y el mal en el Universo se acabó. Los planetas se sobrepoblaron. Todo era felicidad, y así no se puede. ¡Eso sí que no! Así que nos la mandaron aquí a la Tierra, pa’ mortificarnos a todos los hombres. Juanita es... Sol de verano, el árbol de mangos del vecino con una tapia de tres metros de altura y sin escalera, la famosa quijada bíblica de burro, X - 1 = amor, petróleo crudo, la musa que inspira las ideas del hemisferio derecho del cerebro de la cabeza que se encuentra ubicada arriba en la parte superior; en el Penthouse, así. Yo soy... Hielo, las ganas, Abel, 0/0 (Indefinido), un patito blanco de horas de nacido, el corazón; el del cuarto, asa.

Eso le pasa a uno por ma... Perdón, por tonto. Dizque irse pa’l bar de al lado. ¿Se pueden imaginar? Nos dejaron solos, tan solos que hasta mis pantalones lloraron. Felipe sí me dijo que nos fuéramos, que pa’ que aprendieran. ¡Qué descaro!

-¡Pero ya que hermano, sí esto lo que esta es una chimba!

A mí ya nada me importaba. Después de tantos golpes lo que lo invade a uno es la indiferencia total. Y además ni que fuera mi novia.

Felipe sí con toda la razón, pues Carolina era su prima hermana y además Mica, su rayito de luna entre la selva dormida...
Baile y baile, y ellas nada que aparecían. Él estaba bravo, pero en serio. Nunca antes lo había visto así. A mí sí, ni me interesaba. Como sería que hasta les ofrecí de mi cerveza y les pregunté que, que tal estaba al lado. Y que full, bacán. Yo sí que me reía, y moleste y tales. Cuando en esas, Carolina me coloca su manito encima de la mía. ¡Ahí sí que confusión! Yo sólo me hice el loco, como si nada, pa’ que no se diera cuenta. La risita sostenida. Ese frío que baja, y despierta a las maripositas del estomago. Catalina que no se perdía una, como que la miró. Y yo ya no sabia si le caía bien o no. Pero, si se atrevió a colocar su frágil manito encima de mi ponzoña y no le dio miedo que la picara, es que ya no desconfía de los escorpiones. Pero, ¡y si era solamente por el traguito? ¡Ah! Como son las mujeres, uno no sabe si sí o si no. Porque no decir: Mira, vos me caes como un culo, no quiero volverte a ver, desaparece, ¿sí? O, vos me caes como bien, porque no nos volvemos a ver.
La duda es la que me mata. ¡Somebody help me! (Como dicen en las películas gringas) ¡Quién diablos apagó la luz? ¡No encuentro mi maldita pistola! Si tan sólo la encontrara, no dudaría en dispararte directo a tu músculo hueco, rojizo y cónico. Cuyo vértice descansa sobre el diafragma, y que está situado entre los dos pulmones y un poco hacia la izquierda en el tórax. Te haría una herida tan profunda que nunca podrías borrarla.


Amarillo Verde Rojizo

¿Ahora que? Como me da de ternura ver una vieja borracha. Es que se ve tan indefensa, tan frágil, tan inocente. ¡Pobrecita! Es que si la vieran. Y con ese nombre de niña buena. Jobst Viertel todo preocupado, la miraba, y la miraba.

-¡No la molesten!- Decía.

Parecía era de la Cruz Roja. Y yo sosténgale el pelito pa’ que no se le fuera a ensuciar. Yo la miraba como diciéndole: ¡Fresca, que los ángeles lo tienen permitido todo! ¡A, cualquiera le pasa! ¡Estas en las mejores manos! Y luego el corazón se me desbordó, y ya tenía era ganas de abrazarla, y consolarla. Ella llorando ahí sobre mi hombro, y la cámara siguiéndonos alrededor. La banda sonora tocando una bella pieza, mientras revolotean los pajaritos en el cielo azul. Pero el azul se convirtió fue en amarillo verde rojizo y cayó sobre mis zapatos, haciendo que la nube se esfumara. Pero sólo de nubes no se puede vivir. De vez en cuando es bueno verse los zapatos y decir: ¡qué sucios están! ¡Sería bueno lavarlos!
Felipe preocupado, y con toda razón. El carro estrenando sillas nuevas. ¿Quién no? Y Juanita que se iba adelante, y que no y que no. Tocó pues dejarla adelante. Yo le coloque el cinturón de seguridad y mi chaqueta sobre su pecho, por si de repente ese líquido amarillo verde rojizo decidía salir de nuevo. Claro que esta vez, mis zapatos no estarían allí para detenerlo pero si mi chaqueta.

-¡Duerme, Juanita, duerme!

Luego lo peor, la despedida. Como detesto las despedidas, son tristes y además uno nunca dice todo lo que quisiera. Esa noche, quería decirle todo lo bien que me caía, y algo más, pero... ¿Porqué todo tendrá que tener un pero, Carolina? ¡El seguro, el maldito seguro no me dejaba! Un chao fue todo lo que me salió. ¡Qué poco original! Hasta me dio pena, y me retire al carro de una. ¡Qué depre’ tan horrible! Pero así es la vida, unas se van otras se quedan...


La Pesadilla

En el Hato, como le llamaba Carolina, la conocí. ¡Sí, esa es la verdad, allí la conocí en realidad! Quien lo iba a pensar, pues en Bogotá sólo había visto su exterior.
En el fondo después de la llamada, yo lo sabía, y sí que lo sabía. Lo sabía más que nadie en el mundo. Y aún así, no pude decirle. Y luego que tuve oportunidad de volverla a ver, y en su propia casa, no lo hice. ¡No lo hice! Y antes en el cine, sentados en la primera fila al lado derecho, no lo hice. Si que tuve la oportunidad, pero es que es tan difícil.

Ella, me lo hizo todo. ¡Sí, tu! Cuando me mirabas, cuando me sonreías, cuando con tus manitos me hacías gestos. ¡Sí, tu! Cuando en tu boca, con el Pirulito jugabas. Sí, ese Pirulito de uva, que a veces veo en mis sueños, y que no me deja tranquilo. Ese Pirulito, que me decía tómame y que cuando lo destape, no encontré más que a ti riéndote de mí y abrazándote con Sebastián. Sólo porque sabías, que te quería más que a mi Lego. Para ti no fui más que un Pirulito de piña. Un experimento, un simple experimento, eso es lo que fui para ti. Tan sólo estaba en cuarto grado elemental, ¡Cómo pudiste hacerlo! ¿No sabes que en esta edad, aparecen los traumas?
Eres un trauma para mí. Tu nombre no significa nada, nada de lo que pudo haber significado. Ni Luz, ni María. María: nombre puro y significativo. Y Luz: espiritualidad y vida. Pero tu madre ha debido es colocarte Ave oscuridad: deidad de los niños de cuarto año, que tan sólo quieren dejar su Lego, para conocer el primer amor, o bien podría ser desilusión. ¡Sinónimos al fin y al cabo!
Tu juego Luz María me dejó jodido de por vida. ¡Sí, de por vida! ¡No’ tiagas! Eres la culpable de esta oportunidad que perdí y de muchas más que no quiero ni recordar. Ahora que lo pienso, pude haber hecho tres naves espaciales más y pude haber conquistado por lo menos otros dos planetas. ¡Qué días aquellos!

Todo lo que decía era gracioso para Carolina. ¡Tan linda! Qué sonrisita que tiene. Como de picardía, de diablilla tierna. No sabía para donde acomodarse, para aquí y para allá todo el tiempo. Se soltaba el cabello, se lo cogía. Por cierto se lo había cortado, y hasta se veía más linda. Esos crespitos desobedientes como que la molestaban, pero se veía tan linda así.
Yo sólo la miraba, y la miraba, porqué a la película, ¡qué cosa tan mala! Daba era vergüenza. Ni siquiera sonó la canción que tanto yo esperaba, esa que cantan los Wallflowers, y que en el coro dice: We can be heroes just a one day. I, I will be King & You will be Queen... En ese momento si que lo habría intentado.

-Podríamos ser héroes algún un día. ¡Sí que podríamos! Estoy seguro. Yo sería el rey y tu serías mi Reina. Y nada de jaques. ¡Eso si que no lo soportaría! ¿Quieres Carolina?

¿Original, o no? Y en caso de que no aceptara, pues con una sonrisa, por la tangente me le salía. Pa’ que pensara que era jodiendo.
Extraño su voz, no se porque, pero la extraño. Si que la extraño. La extraño muchísimo, más que a la mía, que desde que dejó de oír su compañía, se sintió sola y vacía. Y no sólo la voz, sino también las maripositas me abandonaron, nada más. Ah y la sonrisa, y las palabras bonitas, y la ilusión, y las nubes azules, y el veneno, y las pupilas alucinadas. ¡Por lo menos no fue mucho, que tal que sí!
Y yo que pensaba que me odiaba, y hasta no. Sentía algo por mí, yo lo sé ahora. Algo mínimo sentía, pero me basta. Como el niño que no tiene nada, y cuando le regalan algo, se siente el ser más feliz y agradecido del mundo. Es él, y su regalo. No existe nada más. Si es como cierto eso, que del amor al odio hay sólo un paso. Y como es directamente proporcional, entonces, del odio al amor también hay uno sólo. Ese paso te dio una medalla de oro en los cien metros planos. A mí, a mí me descalificaron porque salí pa’l lado que nu’era. En ligas mayores, ¡Qué despiste el mío! Espero el otro año me dejen competir o ¿quedaría eliminado? Ojalá que no, si no tocará hablar con el entrenador. Y pa’ que vea lo juicioso que soy, me voy a poner a practicar todos los días.

Nuestras miradas se encontraron por fin. Era ella y yo, allí. Sí, allí. En el interior del coche. En medio de la oscuridad. De la oscuridad cálida y fría. Era como estar flotando por el espacio exterior. Absolutamente un vacío tranquilo, rodeado de luces, provenientes de estrellas lejanas, que jugueteaban en sus pupilas. Sí, en sus bellas pupilas que todo lo podían. Y si que lo podían, eran como mi mando a distancia. Como mi remote controller RC – TZ720 marca Sony, que cuando le dan play él suena. Esa noche sonó bastante. Un poco más, un poco más. Fue como el encendido automático de mi estufa a gas. Llamarada de gas noble que no quema, que no arde. Fuego desmedido, incontrolado. Roces ardientes entre pieles humedecidas por el destino. Esas pupilas dieron la orden. La terrible orden.

Cali, Agosto 17 de 1998.

Dos jóvenes víctimas de sus hormonas. Ella dieciocho, el veintiuno. Toda una vida por delante. Detenida por fracciones de segundo. Detenida por Kilometer für Uhr.
Noche tranquila y estrellada, rota abruptamente por las rojas, amarillas y azules llamaradas. Futuro Economista, futura Psicóloga. Hacia el kilómetro cuatro vía Jamundi. Indicios negativos de alcohol y sustancias p psicoactivas. Sus padres lloran la alegría. La alegría, de haber encontrado el más puro amor en la tragedia.

Testigo número uno:

Ella conducía rápido, muy rápido. La música sonaba por todo el lugar. Sus manos fijas al volante. Su mirada perdida hacia la lejanía de su propia estrella. Ella me miró. Yo la mire. Fue su señal, yo lo sé. Maldita sea, yo lo sé. Sus pupilas dilatadas por la oscuridad augurada. Mis labios se unieron a los suyos. Mis ojos, sus ojos, intercambiando sueños de un mañana inexistente. Nutriéndonos de fluidos excitantes, descontrolados. Envueltos en el elixir, flotamos por el aire. Una eternidad inagotable, compuesta por sus manos aruñándome, por sus dientes blancos y puros mordisqueándome, por su alma tomándome. Las luces de los autos a grandes velocidades se reflejaban en sus pupilas. Todo parecía ser un sueño, un maldito y estúpido sueño de hadas. Pero no, era la realidad. La maldita y cruel realidad. En el impacto, el auto se envolvió en llamas de todos los colores: amarillas, rojas, azules, aguamarinas, cafés, negras, y muy negras. Pero nada me importaba más, que sentir su aliento de capullos de melocotón. Nos estábamos besando, maldición era cierto, era real. Lo había logrado. ¡Por Dios, lo había logrado! Era el hombre más feliz del mundo, de la Vía Láctea, del Universo, y de todos los tiempos. En ese momento el diablo quedó tan perplejo, tan admirado, que pensó que con nuestro amor el mal acabaría. Éramos un mal ejemplo para sus admiradores. Era él o su empleo. Su reputación, maldita sea, su estúpida y maldita reputación. Y fue allí, cuando el fuego desmedido e incontrolado hizo arder nuestras pieles humedecidas. Maldita sea, pero nada hizo que nos separaran. Triunfamos por encima de su orgullo. Su orgullo y maldito orgullo. Ahora estoy muerto.

-¿Y ustedes...? ¡Ustedes no son mis amigos, con los que hace un momento conversaba!. ¿Y éste...? ¡Éste no es mi cuarto! ¿Qué hacen?

Sólo venían por mi cuerpo, o bueno por lo que quedaba de él, que en realidad no era mucho.

- ya empezaba a descomponerme y los insectos hacian lo suyo.

No sé aún, cuando tiempo habrá pasado. Y yo que pensé que eran mis amigos, Jeje, que despiste el mío. Claro, y ese no parecía ser mi cuarto. Estaba un poco más pequeño, y las paredes estaban todas acolchadas. Si ni siquiera tenía mi póster de Iron Maiden, y mi equipo de sonido. Como no lo note antes. Era un maldito ataúd, un ataúd y tan sólo un maldito ataúd. Estaba hasta cómodo. ¡Pero que va! Lo único que me importaba, era su beso. Su beso, sincero y puro beso. Su beso de adolescente locamente enamorada. Su boquita con la mía. Su músculo que, fijo por su base al suelo de la boca y con la punta libre; que goza de variados movimientos y que está humedecida constantemente por la saliva, se juntaba con mis Papilas. Era una lucha libre, en donde todo tipo de golpes, se valían. Nunca antes había disfrutado tanto un beso en mi vida. ¡Qué lindo! Soy feliz, como nadie en el azulito y verdecito mundo. Todos los angelitos, palomitas y maripositas, revoloteaban a nuestro alrededor. Los rayitos del Sol, se descomponían en nuestros ojitos ilusionados. Las plantitas danzaban al compás del canto de los gorriones. Ese beso. Tierno e inocente beso, era el espejo de nuestro amor. Y dice aquí en éste libro de anatomía, que para que se verifique la percepción del Gusto, es necesario que los cuerpos dotados de cualidades gustativas, sean solubles en la saliva, para que puedan penetrar en las Papilas. O sea que tu amor, Carolina, es soluble en mi saliva, porque sabe... ¡Sabía bien! Qué bien sabía. Ahora es amargo, muy amargo y me produce como nauseas. Sabe como a... ¡Qué jodida vida! ¡Sabe a mierda! Eso es, autentica y pura mierda de perro. ¡Qué asco! ¡Micaela!
Claro, era ella que tenía cierto gusto por su excremento. Y creo yo, por el amargo sabor que me dejó en la boca, que acababa de deleitarse un buen bocado. Por eso sería que murió tiempo después. Pobre Micaela, mi mascota Micaela. Siempre saltando en las mañanas sobre mis sueños, con sus pelos de nube, su nariz caliente y su lengüita mal oliente. Esa desilusión que me hizo pasar, le costó el paseo al parque, en donde jugaba con sus amigas las arañas. Como la extrañan ahora que no esta. Ya no hay quien les obligue a remodelar sus telarañas.


En la Mesita de Noche


Fue una linda noche en el Hato. Contemplando las estrellas y sus ojos, y sus ricitos de oro, y su boquita.
Fue una despedida fría y sin palabras. Pero en sus ojos, en sus lindos y tiernos ojos, se contemplaba todo un universo de palabras lindas. Eso claro, sólo lo sabe ella.
Estaba yo allí enfrente del muro de su casa, con un pequeño papel de color verde impregnado de su cariño. Ella me dijo que no lo fuera a leer hasta después de que me fuera. Pero, cómo me podía pedir eso, ¿una tortura acaso? Si yo lo que estaba, era loquito por ella. Las manos me temblaban de impaciente alegría.

-¿Qué podrá decir?- Me preguntaba.

Y fue allí mismo que sin dudarlo ni una centésima de segundo más, lo abrí.

Agosto 17 -98

Este día estuvo,
como para guardarlo
en la mesita de
noche...

Gracias

Caro Mejía

Mis ojos destellaban de luz por doquier. La noche oscura, iluminada para mí por siempre. Porque sabía que siempre estaría allí junto a ella, en su mesita de noche.


Eres,

Mi tronquito en una noche de naufragio sin salvavidas.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis ovejitas, siete,
ocho, nueve, diez, once, doce ovejitas,
en una noche de no sueño.
Como mi juego de
vídeo; entre más
pienso en ti,
más me
envicio


V. Mad
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